Somos muchos los que estudiamos en nuestros países y por distintas razones emigramos a Alemania. Odontólogos, psicólogos, ingenieros, maestros, etc.
La mayoría de mis alumnos siempre me cuenta que el proceso de adaptación requiere un esfuerzo estructural: emocional, económico, profesional, familiar…
Pero cuando se traslada toda la familia tiene un tinte especialmente difícil: ¿cómo va a aprender mi hijo a hablar alemán? ¿Le darán clases especiales?
Hoy entrevisté a una compañera (profesora de alemán) que conocí en 2015 en el programa PAD. Te dejo el link para que investigues todas sus ofertas, ya que en materia de intercambios en educación son junto al DAAD los más atractivos.
Me parece que la experiencia de Francisca es un aporte de gran ayuda a todos esos padres que se preguntan cómo es enviar a un niño al jardín de infantes aquí en Alemania y va a aprender a hablar alemán.
También servirá de utilidad para los maestros o educadores que pasan por un proceso de homologación del título y de adaptación al ambiente laboral alemán.
Entrevista a Francisca, maestra “Erzieherin”
Francisca es chilena y estudió Pedagogía Básica con mención en alemán, trabajó 3 años en la escuela alemana de Santiago y en 2015 viajó por un año a Alemania para formar parte del programa de capacitación docente de profesores de escuelas alemanes en el extranjero. Lleva 6 años aquí y trabaja como maestra “Erzieherin” en un Kindergarten en las afueras de Stuttgart.
¿Qué te motivó a irte de Chile?
Mi idea no era irme de Chile. La propuesta del PAD era muy buena. Quería perfeccionar el idioma y tener una nueva experiencia en el aula. En Chile solo podía trabajar con niños de 1º a 4º básico y en Alemania el programa me permitía trabajar hasta con niños de 8º y también aprender metodologías nuevas para implementar en mis clases al regresar.
Debo admitir que lo que me motivó definitivamente a irme de Chile fue el amor. Como a muchas otras personas Latinas porque si no, la verdad, hubiera regresado a Chile.
¿Cuál fue tu gran desafío al llegar?
Adaptarme a dejar de tener mi propia clase y a tomar decisiones. Porque en el programa tenía un mentor y yo solo era maestra auxiliar. Me costó muchísimo profesionalmente volver a sentirme un estudiante cuando yo sabía que podía aportar mucho más.
Pero el gran desafío fue adaptarme al sueldo bajo. Los gastos de vivienda eran altísimos, ya que solo había conseguido una pieza a las afueras de Stuttgart, con baño compartido. Olvídate de usar un auto. Todo era en bicicleta a 2 grados en invierno, bus o tren.
¿Cómo homologaste tu título?
Después del programa del PAD apliqué a una beca de voluntariado. Trabajé en un jardín por un sueldo de “Minijob” durante un año entero y ahí empecé con el trámite de la homologación, que tal vez sea uno de los puntos más difíciles de lograr.
Hay que buscar mucha información, escribir muchos mails, traer todos los certificados legalizados (no traducidos, porque aquí te obligan a tenerlos con un sello de un traductor oficial alemán). El proceso es complicadísimo y una siente que no va a terminar jamás.
En mi caso, me dieron algunas opciones, pero solo para trabajar con niños de 0 a 6 años, a pesar de que yo había estudiado para niños de hasta 4º básico y elegí trabajar 15 meses en un jardín con un sueldo básico. Tenía una mentora y al final del programa tuve que elaborar un trabajo teórico que fue evaluado.
¿Qué diferencias fundamentales observas entre el jardín de infancia alemán y chileno?
La enseñanza en los últimos años se vio altamente modificada por la cantidad de inmigrantes que han tenido que ser incorporados al sistema. Hay muchas opciones de modalidades de jardines de infantes (Kindergarten) aquí, en el mío, las educadoras somos casi todas extranjeras, la mayoría viven hace muchos años aquí y hablan perfecto alemán.
En los últimos años nos ha tocado acompañar a niños que vienen de situaciones límites a adaptarse a una sociedad, idioma y cultura diferente. No contamos con una especialista para fomentar la incorporación de la lengua alemana en los niños, pero cuando observamos dificultades en el aprendizaje o en la adquisición de la lengua, hay clases de apoyo.
En la mayoría de los jardines aquí no aprenden una segunda lengua, ni hablar de la lectoescritura. Solo se enseña a escribir el nombre, a reconocer algunas letras y números. El gran objetivo es que los niños jueguen y que a través del juego puedan descubrir sus intereses. Esta diferencia es super notoria en la estructura alemana de enseñanza. El niño es super libre y en Chile era el otro extremo, un modelo mucho más centrado en el profesor transmitiendo conocimiento.
Lo que tal vez más noto como diferencia con Chile es la distancia que tengo con las familias y con mis compañeras. Intento siempre comentarles a los padres algo gracioso de su hijo y ellos lo agradecen, pero la familia no está dentro del jardín acompañando el día a día.
En dos oportunidades se realizan eventos como el día de la familia o la fiesta del verano. En Chile las familias están mucho más presente. También extraño la vida social y personal después del trabajo. Con mis colegas logré una excelente relación, pero no nos juntamos luego a tomar un café. La vida laboral y personal está muy dividida.
¿Qué le recomendarías a alguien que tiene la posibilidad de trabajar como educadora en Alemania?
Se puede vivir como maestra/educadora muy bien, solo es necesario esforzarse mucho en aprender bien a hablar alemán, tener paciencia con los trámites de la homologación (te recomiendo el portal “Anabin”, donde podrás ver si tu título es reconocido) y contar con la posibilidad que tal vez no le reconozcan exactamente el mismo título y que simplemente tenga que aceptarlo y seguir adelante.
Testimonios así son los que suman y empujan a muchos a cumplir el sueño de venir a Alemania. No es fácil, pero somos un montón los que luchamos para alcanzar nuestros sueños.
Gracias Fran. 😉
Aprende a hablar alemán con eDafes